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La Propaganda
Luis Carlos Pérez
La propaganda es una serie de mensajes que tratan de influir en el sistema de valores del ser humano y en su conducta. Es un discurso persuasivo que busca la adhesión del otro a su interés. Proviene de propagar, tomada del latín propagare.
Utiliza una información presentada y difundida masivamente con la intención de apoyar una determinada opinión ideológica o política. Aunque el mensaje contenga información verdadera es posible que sea incompleta, no contrastada y partidista.
La propaganda, cuando es utilizada de forma no ética, se convierte un modo de desinformación y censura. Usa la metodología de la Retórica para convencer a los destinatarios.
El ministro de propaganda de Adolfo Hitler, Joseph Goebbels, para llegar al poder dominó los medios de comunicación de masas, para adoctrinar al pueblo con propaganda política.
Por otro lado, la propaganda se inserta en el campo de la comunicación. Hoy en día, vemos todos los medios plagados de estas pautas. Algunos teóricos consideran que la propaganda política requiere mayor complejidad, ya que tiene como objetivo alterar los principios organizativos de la sociedad. Esto se evidencia en lo que plantea Noam Chomsky: “La manipulación de los medios de comunicación es el instrumento con que la 'razón política' se apropia del poder por imposición del conocimiento”.
El poder financiero, empresarial y los medios de comunicación fomentan y prestan un gran apoyo a esta operación, de la que, a su vez, se obtiene todo tipo de provecho. Cuando la propaganda que dimana del Estado recibe el apoyo de las clases de un nivel cultural elevado y no permite ninguna desviación en su contenido, el efecto puede ser enorme. Para elaborar una propaganda, de acuerdo con Umberto Eco, es necesario auxiliarse de las otras disciplinas científicas y de la capacidad de manipulación y persuasión.
Asimismo Eco manifiesta que: “El mensaje o contenido persuasivo es la condición fundamental de la energía que imprime la propaganda”. Eco menciona a Kant en uno de sus artículos, y dice que “la persuasión no es útil ni perversa, siempre que el sujeto tenga presente la creencia como un simple fenómeno de ánimo… yo puedo albergar una persuasión si me encuentro a gusto con ella”.
De igual forma, Chomsky expresa que “vivimos en democracia, y por lo tanto la propaganda es buena, porque hay intereses comunes que esquivan totalmente la opinión pública, y sólo una clase especializada de hombres responsables lo bastante inteligentes para comprenderlos y resolver los problemas que de ellos se derivan”.
En conclusión, existe persuasión en todas partes y el mito de la evidencia racional universal, es decir, el de la verdad objetiva, tiene límites severos. Antes pensábamos que la publicidad o la propaganda política eran una forma de persuasión cualitativamente distinta de la de otras argumentaciones (la mística, la religiosa, la filosófica, la política), para ser más explícitos, la persuasión proclive al engaño.