Todo Yo es un Otro

“Todo yo es un otro"

Kenneth J. Chávez

La superficialidad en que descansa actualmente el mundo es producto de la revolución de la imagen. Ejemplificando esta situación global, me daré a la tarea de aterrizar en lo circunstancial a partir de la frase: Todo yo es un otro, del psicoanalista francés Jacques Lacan (1901-1981), curioso planteamiento que nos remite directamente al mito del espejo.   

Pensar en la duplicidad de uno mismo es algo complejo, sobre todo si la imagen es reproducida a través de un espejo. El mito del espejismo ha perdido importancia filosófica, incluso nosotros mismos ahora vemos al espejo como un simple utensilio que proyecta nuestras vanidades y aprueba nuestros narcisismos.

La percepción visual es uno de los factores primordiales que incide para que se presente el estadio del espejo, pero ¿en qué consiste esta teoría? Sencillo, pues pareciera ridículo decir que todos, desde que somos niños, pasamos por esta etapa de reconocimiento frente a un espejo. Esto, según el Psicoanálisis, suele suceder entre los 6 y 18 meses después del nacimiento. Esta es la edad adecuada en la que un niño está capacitado para percibirse.    

Por otro lado, también la Filosofía se ha ocupado del objeto conceptual del reflejo. Los filósofos materialistas arguyen que la reproducción de la imagen en el espejo es pura ficción, es decir, una construcción subjetiva a partir de la creación consciente del ser. Los teóricos idealistas afirman que la imagen que atraviesa el espejo es un fenómeno que trasciende más allá de la realidad, el espíritu y el alma. Pero hay quienes han llegado a un punto de equilibrio entre estas dos ideas: los dualistas, quienes sostienen que el fenómeno del espejismo es, sin lugar a dudas, una representación paralelística entre seres, objetos y ambientes de dos mundos distintos. Lo cierto es que este enigma aún no acaba por resolverse.